lunes, 29 de septiembre de 2008

El Movimiento Moderno

Uno de los principales catalizadores del diseño y la arquitectura del movimiento moderno fue la Bauhaus. Esta escuela de arte (Weimar, 1919-1925; Dessau, 1926-1933) aunó las experiencias de arquitectos, artistas y diseñadores de numerosos países, interesados en investigar sobre los principios del arte moderno. El director de la primera etapa fue Walter Gropius, que además proyectó los edificios de la nueva sede en Dessau, y su sucesor fue Ludwig Mies van der Rohe. La nueva arquitectura pudo demostrar sus virtudes en los Siedlungen (edificios de viviendas de bajo coste) construidos en Berlín y Frankfurt, mientras que la exposición de nuevas tipologías residenciales en la Weissenhof Siedlung (1927) de Stuttgart consiguió reunir la obra de Mies, Gropius, J. J. P. Oud y Le Corbusier. Estas demostraciones insistían en el papel social de la arquitectura del movimiento moderno, capaz de construir viviendas dignas (el existenzminimun) y al mismo tiempo baratas. Por otra parte, Mies van der Rohe mostró las capacidades expresivas de la nueva arquitectura en el pabellón alemán de la Exposición Universal de Barcelona (1929), un edificio sutil que explora las posibilidades de la planta libre, construido con materiales nobles como travertino, mármol, ónice y acero cromado. Gropius, su discípulo Marcel Breuer y Mies tuvieron que huir de Alemania con la llegada del nazismo y se exiliaron en Estados Unidos, donde los tres ejercieron una gran influencia acrecentada por su labor docente.


Le Corbusier es sin duda el arquitecto más influyente del siglo XX. Su extensa carrera comenzó con la publicación de los primeros escritos, donde clamaba por una estética similar a la de las máquinas y preconizaba la sustitución de la ciudad tradicional por una nueva ciudad de rascacielos dispuestos sobre enormes espacios arbolados. Su villa Savoie (1929-1931), en los alrededores de París, es uno de los arquetipos de la arquitectura contemporánea. En ella se combina la complejidad espacial, que juega con una sutil ambigüedad entre el interior y el exterior, con los postulados que defendió durante años: edificio sobre pilotis, jardín sobre la terraza, planta libre, fachada independiente de la estructura y amplios ventanales. Ya en la década de 1950 proyectó una nueva ciudad como capital del estado indio del Punjab, llamada Chandīgarh, y proyectó los tres edificios más representativos del Capitolio. En Francia construyó dos edificios religiosos excepcionales: la iglesia de peregrinación de La Ronchamp (1950-1955) y el monasterio dominico de La Tourette (1957-1961). Después de la primera etapa, más racionalista, esta segunda etapa conocida como brutalista se caracteriza por el uso del hormigón de una forma más expresiva, así como por los efectos dramáticos de luces y sombras.


Algunos ingenieros especialistas en el cálculo de estructuras como Robert Maillart, Eugène Freyssinet, Eduardo Torroja o Pier Luigi Nervi han construido a lo largo del siglo XX algunos edificios especialmente imaginativos, que han servido de inspiración a numerosos arquitectos como el estadounidense de origen finés Eero Saarinen o el español afincado en México Félix Candela.
El arquitecto finés Alvar Aalto trabajó durante más de cuatro décadas, sin adherirse plenamente a la arquitectura de corte industrial, pero logrando un lenguaje propio que se añade al catálogo de la mejor arquitectura moderna. Entre las aportaciones fundamentales de este arquitecto nórdico se encuentran la sutileza en la composición espacial, el manejo de la luz natural y su especial sentido para utilizar los materiales, sacando el máximo partido a sus cualidades expresivas. La arquitectura escandinava ha dado muestras de una gran vitalidad a lo largo de este siglo, gracias a figuras como el sueco Gunnar Asplund, o el danés Jørn Utzon, que proyectó la espectacular Ópera de Sydney (1957-1973), en Australia.
En Estados Unidos la influencia de los maestros europeos se dejó sentir claramente después de la II Guerra Mundial, especialmente a través de la figura de Louis I. Kahn, en cuyos edificios se puede sentir la monumentalidad de la Roma antigua. Uno de los edificios emblemáticos de este arquitecto es el Museo de Arte Kimbell (1972), en Fort Worth (Texas), donde las bóvedas de cañón se abren por la clave hasta convertirse en lucernarios cenitales.
La influencia de los maestros del movimiento moderno se comenzó a sentir en España y en algunos países de Latinoamérica hacia finales de la década de 1920, especialmente en Brasil, donde la influencia de Le Corbusier es evidente sobre Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, responsables de la construcción de la ciudad de Brasilia siguiendo principios corbusierianos. La generación de arquitectos racionalistas españoles, asociada en torno al GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), tuvo que disolverse al final de la Guerra Civil española (1936-1939), y mientras que Josep Lluís Sert emigró a Estados Unidos para hacerse cargo de la Facultad de Arquitectura de Harvard, otros arquitectos como Félix Candela y Antonio Bonet emigraron a Latinoamérica, donde se unieron a las corrientes modernas encabezadas por Juan O’Gorman en México y Julio Vilamajó en Uruguay.

No hay comentarios: